lunes, 24 de mayo de 2010

Por cada golpe de pedal

Por cada siesta perdida. Por cada caída. Por cada pinchazo. Por cada kilómetro recorrido. Por cada pueblo visitado. Por cada cadena rota. Por cada vendaje. Por cada paisaje espectacular. Por cada gota de sudor en el asfalto. Por cada pueblo atravesado.
Por cada día de querer quedarse en la cama. Por cada minuto de ventaja. Por cada avituallamiento. Por cada puerto infernal. Por las tres grandes. Por las clásicas. Por los aficionados que te animan a seguir. Por los no profesionales. Por bajar un puerto a 90 por hora. Por la fuerza física. Por la fuerza mental. Por cada pájara. Por cada abanico. Por cada codazo en el pelotón. Por cada sprint. Por cada contrarreloj. Por la lluvia. Por la niebla. Por la falta de señal de televisión. Por cada escapada. Por querer bajarse de la bicicleta. Por cada gregario. Por cada líder. Por ceder la etapa. Por disputarla cuando no puedes más. Por cada rampa del 20 por ciento. Por cada llano interminable. Por cada pequeño respiro. Por ceder el bidón al enemigo. Por cada palabra de aliento. Por cada director. Por cada maillot. Por cada día de calor asfixiante. Por cada vez que sólo queda apretar los dientes. Por cada bocanada de aire. Por el dolor de riñones. Por cada día de descanso. Por los puños en alto. Por el beso de las azafatas. Por el último de la general. Por cada "no puedo más". Por ver al fin la meta a lo lejos. Por cada relevo. Por el barro. Por leer tu nombre en el asfalto. Por soportar los adoquines. Por el viento en contra. Por cada empujón de ayuda. Por llevar las botellas a los compañeros. Por las bonificaciones. Por cada foto-finish. Por cada baile sobre la bicicleta. Por cada medalla. Por cada velódromo. Por la Espada. Por el viento en contra. Por el dolor en las manos. Por quedarse clavado en la rampa. Por la satisfacción de llegar y la satisfacción de hacer camino. Por el brindis en los Campos Elíseos.

Por cada golpe de pedal.

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