sábado, 13 de agosto de 2011

Jamás

Aquellos ojos le miraban curiosos. No había nada malo en esa mirada, pero cada segundo era como un mes.
Al final se marchó de allí, pero sentía las pupilas clavadas en su nuca. Tras una hora, la sensación seguía viva. Se dijo que era imposible, que estaba en el otro extremo de la ciudad. Pero lo sentía.