miércoles, 18 de junio de 2014

Es tarde para poesía

Sólo un mundo entero
podría abarcar nuestra ira.
Sólo una tardía hoja de luz
nos muestra el camino del arrojo.
Una vida entera esperando
una mañana de ayer,
que,
habiéndose ya marchado,
nunca llegamos a disfrutar.
Un anhelo eterno, una condena audaz,
un pedacito de dulce savia que se descuelga por las neuronas,
que muestra tu belleza metamórfica.
Apenas conocida, te descubres a todos sin reservas, sin condiciones.
Y sin embargo, te hemos abandonado.
Porque ya no hay oídos crédulos ni pupilas abiertas.
Ya no hay relojes que vayan al son de un latido.
No existen fuera de una jaula de temblor de alas,
de un extracto de crepúsculo rojizo.
No existen para el que no quiera mirar
más allá
de lo inmediato,
para el que no quiera un tesoro
en unas líneas de papel.