Magdalena

Respiré
y el viento trajo tu aroma de magdalena.

Supe que serías siempre olor
y rumor de aleteo en primavera.

Pedí al calendario tu otoño
y me dio mil mañanas de Reyes.

Agité el somnífero
y estalló un amanecer en tu almohada.

Creí vencer en mi huida
y rodeé el ecuador de tu planeta.


Nunca supe desprenderme de lo que siempre fue una parte mía.

Ajedrez

Ajedrez es un juego de abismos
cuando peones se atraen en diagonal:
natural esencia de uno mismo
desnudando su recto caminar.

¿Cuál es la estrategia más sencilla
que resuelva la gélida ecuación,
que despeje la incógnita maldita
de arrancar murmullos al motor?

Somos un teatro en cada gesto,
público implacable al planear.
Somos una lupa a los defectos.
Somos cada verso a recitar.

Vamos sin escudo a cada guerra
sabiendo que el honor está al final:
convertir los siete pies de tierra
en tributo a alguna diosa bacanal.

Clama la victoria de armas blancas.
Sufre la más negra destrucción
Narra tu aventura sin palabras.
No desistas de entregarte a la pasión.

Uni-verso

El brillo de tu nebulosa desvela un nombre: Eta Carinae.

Mi hogar en tu abrigo

Puse mi hogar en tu abrigo,
en la mañana que estalla:
primera línea de playa
del orillar de tu ombligo.
Piensa en el dulce castigo,
mientras describo tu risa,
que es el aroma en la brisa
al respirar tu salitre:
décima muesca al pupitre
que te venera precisa.

Lo que tuve

Tuve tu vida en mis manos
y decidir que no fuese mía.

Tuve la posibilidad de elegir,
pude apropiarme el verano.

Tuve el poder de volar,
de sentir el viento en la cara.

Pero no puedo ya ser yo
sin sentir a través de tu piel.
No puedo destilarme
sin ser yo sublimado en nosotros.

Rénaissance

Sangro tu mirada azul
cada día de esta guerra
que me mata echando tierra
sobre mi almohada de tul.

Y mis huesos son mentira,
tan pequeño soy sin ti,
que me escondo en mi guarida
y soy mucho para mí.

Soy minúsculo, liviano,
sin tu aura, sin tu mito.
Puedo perder la mano
de éste póker maldito.

Pero sigue el tren pasando
del otoño inexpugnable.
Deja que el viento me hable
para irme erosionando.

Congelaré tu mirada,
ésa azul que me sangró,
hibernando este dolor,
aguantando la nevada.

¡Brilla, sol de primavera!
¡Derrite todas mis dudas!
¡Dame la piel en que mudas
barrizal por carretera!

Sírveme el precioso grito
de una experiencia grandiosa:
dame la luz armoniosa
de otro verano infinito.

Eres

Oigo la lluvia golpear
la persiana que me oculta del presente.
Ése en el que nunca volverá
a cambiar la forma de quererte.

Veo tu espalda desfilar
mientras mis uñas la convierten
en el camino que explorar
cada día hasta que el sol no se despierte.

Eres la runa que relata mi canción.
Eres el tempo que transmite la esperanza,
que te pide sin coraza
que me sientas como yo.

Siento que tengo que alcanzar
con mi brazo los lunares de tu vientre
y así poder sincronizar
las esencias que te hacen diferente.

Una mañana y otra más
volverá el reloj a vernos competentes
y tu mirada sonreirá:
vitaminas que me harán más fuerte.

Eres azul en cada jornada gris.
Eres la luz, la corriente que me incita
a dejarte aquí escrita
a expresarme para ti.

Sísifo

Vuelvo a tus teclas.
Vuelvo a sangrar por la herida eterna.
Vuelvo a pretender ser Dios en esta tierra,
simulando que es pura mi entrega.

Sigues siendo mi enemiga más fiel,
ignorando los latidos de mi sien,
despreciando escalofríos en mi piel,
recordándome que no soy quién.

Si entendieras esta mente pálida
que te implora una nueva pátina
para no parecer sátira,
para no provocar tu lágrima.

Eres siempre cima a coronar,
pero yo me siento Sísifo al mirar
mi hoja en blanco, mi telar;
soy equilibrio al zozobrar.

Sé que te lucho y no merezco.
Sé que es imposible y me crezco.
Sé que jamás seré tan bueno
para ti, pero te honro cuanto puedo.