Digamos que encendí la luz.
Fue una mañana de abril cuando me di cuenta de que esto tomaba otra vez la dirección correcta. Habían sido tres años duros, grises y fríos. El hielo que me impedía abrir las ventanas para ventilar el alma se derritió con el espléndido sol de la mañana. Y salí de nuevo a la calle a disfrutar de todas las cosas buenas que tiene la vida.
LA VIDA.
Esa vida que se había parado como un casette enganchado. Pues bien, ahora lo he desenredado y la música vuelve a sonar con fuerza.
Sé que volverá a llover y por momentos la música sonará distorsionada, pero sé que no voy a volver a atascarme cuando eso ocurra.
Te recordaré siempre y sentiré dolor por tu ausencia, pero eso no volverá a lastrarme jamás, porque sé que, de alguna manera, siempre seguirás aquí.
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