viernes, 12 de enero de 2018

Perdón

Me avergüenzo de mí,
que fui tan torpe equilibrista,
y se desnudan de párpados mis lágrimas
porque sé que no fui digno de tu honor.
Me olvidé de ti,
que fuiste incondicional sonrisa
y hoy me miras como si nada hubiese ocurrido.
Te veo igual que siempre,
pero te siento distinto,
porque te miro arrepentido de mí,
que fui tan egoísta.
Por eso hoy pido perdón,
aunque no lo creas necesario.
Tu inocencia no permite el rencor,
tan maravillosa es la ternura.
Hasta que, maldito enemigo este reloj,
la edad te haga aprenderlo.

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